Coreografía de la sombra

Los maestros sufíes cuentan la historia de un hombre de horrible fealdad que atravesó a pie el desierto.

Vió algo que brillaba en la arena. Era un trozo de espejo. El hombre se agachó, tomó el objeto y lo miró. Nunca antes, a lo largo de su vida, había visto un espejo.

-¡Qué horror!- exclamó- ¡No me extraña que lo hayan tirado!

Tiró el espejo y prosiguió su camino. (Relato sufí).

Muchas veces me pregunto de qué manera mirar la sombra, lo negado, lo feo si se quiere; aquello que desde un lugar oscuro opera y pulsa, pidiendo ser visto, escuchado, percibido.

¿Cómo habitamos esos aspectos que a la vez negamos?. Esa tensión y balanceo entre negación y reconocimiento. Dos evidencias que muchas veces nos golpean sin clemencia y que tantas otras no nos permiten avanzar. 

Si tomamos caminos polarizados, terminamos escindidos.

Hacen falta dos miradas, al menos, para poder relacionarnos y vivir en sociedad. 

Quizás sólo sea necesario detenernos a mirar con atención. 

El cielo y el infierno están dentro de nosotros, y por voluntad o desidia, elegimos. Tal vez ambos sean lo mismo. O compongan un todo. Cuando queremos espantar al demonio, estamos renunciando a una parte de nuestra humanidad. 

“Cuando se rechaza a un demonio, por fin le impongo silencio (por azar o por lucha), hay otro que levanta la cabeza a la vera y se pone a hablar” (Goethe).

Lugar: Vitriol Arte en Expansión, Perón 1253 CABA

Curador Julio Sánchez Baroni

Fecha noviembre/ diciembre 2022